El absceso anal
Un absceso es una cavidad llena de pus que resulta muy dolorosa por la presión que se genera en la zona. Los abscesos en la zona sacra y perianal suelen ser debido a fístulas (ver información sobre fístulas en el apartado correspondiente).
El tratamiento del absceso debe ser darle salida al pus (drenar el absceso), tras esta intervención el dolor desaparece prácticamente en su totalidad al reducirse la presión causada por el pus. El tratamiento consiste en una pequeña intervención quirúrgica ambulatoria, con anestesia local y sin ingreso, prácticamente indolora. Suele ser habitual algún control o curas que si bien pueden ser molestas suelen ser indoloras.
Con posterioridad cuando haya bajado la inflamación, en la mayoría de los casos, se deberá tratar la fístula que ha originado el absceso.
Diagnóstico del absceso anal
El examen físico demuestra tumefacción inflamatoria perianal, eritematosa, dolorosa a la palpación, dura o fluctuante. En otras ocasiones, se observa secreción purulenta en el ano si el absceso está drenado por el orificio interno, ubicado en el conducto anal.
En las primeras horas de la enfermedad, esta tumefacción dolorosa perianal no está presente. En estos casos, el tacto rectal demuestra una protrusión dolorosa en una de las paredes del ano recto.
Si el enfermo presenta dolor, el examen físico podrá realizarse bajo anestesia.
Una ecografía endorrectal permite identificar el absceso, su localización, su extensión y sus relaciones con los esfínteres anales.
¿Qué diferencia hay entre un absceso y una fístula?
El absceso y la fístula anal son frecuentemente las manifestaciones aguda y crónica de un mismo proceso. El absceso es una infección localizada alrededor del ano o del recto que contiene pus en su interior y la fístula es un trayecto (túnel) localizado por debajo de la piel que rodea al ano. Este trayecto tiene habitualmente dos orificios: un orificio externo ubicado en la piel cercana al ano y otro orificio interno localizado por dentro del ano.